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La Plaza Mayor de Madrid y el final del duque de Lerma

Plaza Mayor di Madrid 2El declive del poder de Lerma fue lento y gradual, en ocasiones acelerado por episodios contingentes o situaciones repentinas. Un elemento fundamental de esta decadencia fue la desintegración progresiva de la facción sobre la que el duque había construido su sistema de poder. Además de la muerte, por razones de edad, de aliados valiosos, como el conde de MirandaJuan de Zúñiga Avellaneda y Bazán (1541-1608), duque de Peñaranda y conde de Miranda, fue virrey de Cataluña y de Nápoles, presidente del Consejo de Italia y miembro del Consejo de Estado durante el reinado de Felipe II. Con Felipe III asumió la presidencia del Consejo de Castilla, continuando como miembro del Consejo de Estado. Era también caballero de la Orden de Santiago y consuegro de Lerma: su heredero había esposado a una de las tres hijas del valido de Felipe III. o don Juan de IdiáquezJuan de Idiáquez (1540-1614) fue un estimado hombre de Estado español entre los siglos XVI y XVII. Embajador en Génova y Venecia, fue uno de los consejeros más escuchados por Felipe II en los últimos años de su gobierno. Cuando Felipe III heredó el trono (1598), Idiáquez fue uno de los pocos hombres de confianza del difunto rey que mantuvo una posición de poder. Confirmado en el Consejo de Estado, fue también elegido presidente del Consejo de Órdenes., el final sin gloria de algunas hechuras (criaturas) del valido contribuyó, en gran medida, al debilitamiento de su poder. Los procesos de corrupción y enriquecimiento ilícito y las condenas subsiguientes contra los secretarios Alonso Ramírez de Prado y Pedro Franqueza constituyeron un primer paso contra el gobierno de Lerma. La exclusión gradual de la actividad de gobierno del principal protegido del valido, Rodrigo Calderón, literalmente rodeado de acusaciones contra su conducta y su arrogancia por parte de muchos aristócratas y cortesanos, puso en dificultad a Lerma. La falta de sustitutos que estuvieran a la altura agudizó la crisis generada por el surgimiento de una oposición interna a la propia facción ministerial, encabezada por el hijo mayor de Lerma, el duque de Uceda, y el confesor del rey, fray Luis de Aliaga. En la segunda parte del reinado de Felipe III, Lerma vio cómo se esfumaba su monopolio en la distribución de los cargos y mercedes en la corte, mientras que algunos de los aspectos fundamentales de sus decisiones políticas se pusieron en duda. La continua crisis económica puso en duda la gestión de la hacienda real dirigida por el valido y sus hombres, mientras que el estallido de la Guerra de los Treinta Años favoreció la venganza de los consejeros que siempre se habían opuesto a una política exterior pacifista y negociadora llevada a cabo por Lerma. Cuando por fin salió de la corte el 4 de octubre de 1618, el duque fue, sin embargo, capaz de obtener el capelo cardenalicio que perseguía, no por casualidad, desde hacía años. Aunque sometido, después de la muerte de Felipe III (1621), a un proceso por el alcance y los motivos de las mercedes que acumuló, el cardenal-duque moría en libertad el 17 de mayo de 1625. Muy distinta suerte tuvieron sus familiares más estrechos y criados, de todos ellos, Rodrigo Calderón, ejecutado el 21 de octubre de 1621 en la Plaza Mayor de Madrid (foto), esa misma que Felipe III había construido. La muerte y el espectáculo, dos temas propios de la cultura barroca, se unieron en un acto simbólico que puso fin al sistema de poder creado por el Duque de Lerma.

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