El origen del Belén y su difusión
La representación del nacimiento de Jesús encuentra en el Belén (o Pesebre) la forma más famosa, todavía hoy extendida, e incluso redescubierta en las últimas décadas en todo el mundo cristiano. El término deriva del vocablo latino praesepe, que indica un pesebre o también un recinto cerrado. La reconstrucción de la escena de la Natividad, que representa a la Sagrada Familia, el buey, la mula, los Reyes Magos y otros personajes secundarios (pastores, comerciantes, agricultores, etc.) se basa en la narración de los Evangelios de Mateo y Lucas.
Al siglo IV se remontaban algunas imágenes del Nacimiento hechas en las catacumbas de Roma, y se documenta que en la Edad Media, y con posterioridad, siempre después del siglo X, las imágenes religiosas venían expuestas en las iglesias de toda Europa el día de Navidad. El primer belén conocido en la historia fue el que se representó por deseo expreso de Francisco de Asís en 1223. Sin embargo, en el “pesebre” del santo no estaba la Sagrada Familia, sólo un asno y un buey de carne y hueso que Francisco había llevado de su convento de Greggio, en un pesebre construido dentro de una cueva en un bosque. Ejemplos de belenes que se remontan a la Edad Media y a principios de la Edad Moderna siguen siendo admirados en diversos lugares de Europa (como es el caso del belén de la Basílica de San Esteban en Bolonia, o el de alabastro realizado por Arnolfo di Cambio en 1289, que se conserva en la Capilla Sixtina de la Iglesia de Santa María la Mayor en Roma), no obstante, el verdadero período dorado en la historia de la escena de la natividad se remonta a los siglos XVII y XVIII.
Grandes promotores de estas célebres representaciones del Nacimiento fueron los jesuitas, quienes contribuyeron a su difusión en toda la Europa católica. La grandeza y la magnificencia de los belenes barrocos podían ser sólo admiradas en la Europa mediterránea, pero también en la Europa Central y Oriental, especialmente en el área alemana, en el sur de Alemania y en Austria. A finales del siglo XVIII, el belén fue desvalorizado a la llegada de la secularización que trajeron consigo las teorías ilustradas: en muchos lugares se prohibieron los belenes, muchos fueron destruidos y otros fueron salvados sólo gracias a la intervención de los creyentes o apasionados coleccionistas. Poco a poco, redescubierto en el siglo XX, el belén es hoy considerado como objeto fundamental de la tradición popular de la Europa católica. Si en área alemana, como en el Museo Diocesano de Bressanone o en el Museo Nacional de Mónaco de Baviera, se conservan muchos ejemplos de espléndidos belenes de tradición centro y norte europea, para el área mediterránea el belén más famoso y de mayor tradición es, sin duda, el napolitano (aunque otras tradiciones belenistas también están presentes en Génova y Bolonia). La influencia del belén napolitano también es muy fuerte en España.