PhD Program in Historical studies
Las posesiones en Campaña: el feudo de Sant’Antimo
En 1629, los Ruffo di Bagnara adquirieron el feudo de Sant’Antimo y lo mantuvieron hasta 1756, cuando se vendió a Francesco Maria Mirelli. En 1641, Carlo Ruffo fue capaz de elevarlo a principado por el rey Felipe IV, adquiriendo él y sus sucesores el derecho a utilizar el título de Príncipes de Sant’ Antimo. Edificio renacentista (como se muestra en la logia porticada y el pasillo de acceso) con elementos arquitectónicos ligados a una estructura medieval original (la torre central y las torres laterales), el castillo está construido en un altillo, por encima de los edificios de los alrededores. No se conocen ni el nombre del arquitecto o cual fuese su estructura original. Hasta principios de 1800 estuvo rodeado por dos jardines. El edificio fue construido, probablemente, entre los siglos XVI y el siglo XVII por el barón Francesco Revertera, duque de Salandra, en la zona donde estaba la residencia medieval de la familia Stendardo, dueña del feudo de Sant’ Antimo hasta 1566. En 1629 Ippolito Revertera vendió el feudo y el castillo de Sant’ Antimo a Francesco Ruffo, duque de Bagnara. Este último, en 1756, lo vendió al príncipe de Teora Francesco Maria Mirelli.
El palacio tiene una planta en forma de C y está articulado en tres niveles en el cuerpo central y sobre dos niveles en los cuerpos laterales, con patio y jardín al fondo. Desde el portal de entrada, a través de una puerta, se entra al patio interno, rodeado sobre los dos lados del edificio y sobre el tercero por un muro que delimita el jardín. Los alzados interiores se caracterizan por la presencia de una porticada en la planta baja y una galería porticada en el primer piso con arcos de medio punto. Originalmente la fachada carecía de estuco, que luego fue añadido durante la renovación de finales del siglo XVIII. Con la abolición del sistema feudal, el palacio y sus jardines fueron adquiridos por unos particulares. El aspecto actual del edificio se remonta al período de 1793-1800, el período en el que se llevaron a cabo las reformas más sustanciales.