Lanciano
Los orígenes de la antigua Anxanum son muy antiguos y se remontan al siglo XII a.C. En la Edad Media, el emperador Federico II de Suabia (1194-1250) dio a la ciudad el estatus, después confirmado y perpetuado por el Rey de Nápoles Manfredi de Suabia (1232-1266), de ciudad demaniale (en propiedad de la Corona), y estuvo regida directamente por el rey sin ser sometida a ningún señor feudal. El bienestar económico y la importancia comercial y política de la ciudad en la Edad Media fueron confirmados también por la institución de la Diócesis (Archidiócesis más tarde) de Lanciano, distinta de la de Chieti, en 1515. En la época moderna, sin embargo, Lanciano fue perdiendo la riqueza y el poder, directamente involucrada, como todo los Abruzos, primero en la guerra por el control de Italia entre el emperador Carlos V y el rey Francisco I de Francia, luego en los ataques repetidos de piratas en la costa y de bandoleros en el interior. La larga autonomía de Lanciano se interrumpió en 1640, cuando el virrey Medina de las Torres vendió la todavía ciudad demaniale al duque Castro de Pallavicini. Unos años más tarde, y durante más de un siglo, fueron los d’Avalos, entonces marqueses del Vasto y de Pescara, quienes gobernaron la ciudad.