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Adoración González Pérez, Santiago Bonavía: pintor, ingeniero y arquitecto del sitio real de Aranjuez en el siglo XVIII

Dori1La mayoría de los Sitios Reales que existieron en España surgieron desde una política de renovación en ese siglo a partir de las transformaciones que se harían en el antiguo alcázar madrileño. Muchas de las casas de campo cambiarían su aspecto y sus usos gracias al lenguaje refinado y cortesano que infundieron en sus edificaciones arquitectos como Juvara y Sachetti, aunque sin perder la referencia de la tradición formal española. A partir de 1750 y gracias a la Academia de Bellas Artes, se acomodarán en ellos otros enfoques artísticos, en base al funcionalismo y a la rigurosa conformidad con lo material y lo práctico. Todos los reyes de la Casa Borbónica del siglo XVIII harían en Aranjuez un verdadero microcosmos símbolo del poder. Tanto en el lenguaje de las formas arquitectónicas como en el tratamiento de la naturaleza y los espacios, este Real Sitio fue ejemplo de un verdadero arte aúlico donde la visión política se concretaba en una idea de conjunto formada por el palacio, la villa, las residencias anexas, los jardines y todo un vasto territorio (Y. Bottineau, L´art de cour dans l’Espagne des Lumières 1746-1808, París 1986).

Don Santiago Bonavía trabajó al servicio del rey Fernando VI. Había llegado a España procedente de Piacenza, en el ducado de Parma. Llegó muy joven, el 1 de noviembre de 1728, como ayudante del pintor Juan Bautista Galluzzi e inició su carrera como pintor de arquitecturas fingidas junto a su compatriota Rusca, según el estilo conocido en el ambiente de los hermanos Bibiena. En la ciudad de Piacenza existía un ambiente artístico de maestros que cultivaron la pintura decorativa subordinada a la arquitectura, como Gregorio de Ferrari, Doménico Parodi, Andrea Magnasco o el propio Juvara, que influyó mucho en el aprendizaje del maestro.

En 1729 se le encomendó la decoración del Gabinete de la Reina, en el Palacio de Aranjuez, desarrollando su actividad junto a los maestros Galluzzi y Marchand, en los trabajos de pinturas, fingimientos y tramoyas. Combinaría sus obras con otros encargos de la Corte y demás Sitios Reales. Desde 1741 desempeña el cargo de Maestro Mayor para la obra del Buen Retiro y en 1744 alcanzaría el cargo de Director Principal de las obras de Aranjuez. Asistió en 1748 a las juntas de facultativos del Palacio Real madrileño y, siendo arquitecto de Corte, a los preparativos para la Academia de San Fernando.

La prácticamente inexistencia de habitantes en este lugar de Aranjuez posibilitó el desarrollo de una hermosa ciudad, con casas de nueva factura para reformar todo el aspecto de “casuchas de tierra, y algunos alojamientos de la Corte” según recogía Pascual Madoz (En 1748, el propio rey Fernando Vi decide derogar las ordenanzas que prohibían habitar en Aranjuez a quien no fuese criado en activo del rey y formar una nueva población).

Dori2El plan comenzó desde el Palacio, proyectando un esquema combinado de calles que formaban un tridente  con manzanas rectangulares extendidas hacia la zona de levante. Bonavia concibió una ciudad aristocrática, estructurada de forma racional, que recogía los planteamientos urbanísticos versallescos y los conceptos más avanzados de Carlos Fontana. En 1750 ya había formado el plano definitivo para la nueva urbanización y se empezaban las obras de la nueva plaza principal, donde se colocó una fuente de mármoles coronada por la estatua del rey, que dotaba al espacio de un contenido ideológico-representativo a la manera de las “places royales” francesas.

Dori3Toda su intervención se vería obligada a un proceso de maduración de todos sus planes, por la circunstancia inesperada del incendio del propio Palacio en 1748, en el que, dos años antes había llevado a cabo una hermosa labor de traza de la escalera principal. Tuvo que rehacer el sector derecho y el centro de la fachada principal; el trabajo de la escalera que ocupa la totalidad del espacio hasta el patio, consiguió un desarrollo que no había sido planteado antes en otros edificios, cuya causa parece haber sido idea del Marqués de Scotti para la ampliación de las escaleras del Palacio de Madrid.

Dori4Por otro lado, en dirección sur, siguiendo el esquema espacial que marca la Plaza de San Antonio, Bonavía  desarrollaría una de sus mejores obras como escenógrafo: el espacio se extiende a lo largo de los laterales de los soportales herrerianos de la Casa de Oficios, mientras que, al fondo, una versión de los mismos sobre planta curva y a modo de doble pantalla de arcos une la iglesia de San Antonio, con el pórtico cóncavo-convexo, para desarrollar esa estética espacial humanística cuya base es la aplicación de la perspectiva como sistema regulador.

Encontramos en Santiago Bonavia, al margen del conocimiento de la teoría y de las formas arquitectónicas, la presencia y el legado de la arquitectura decorativa y el influjo escenográfico de las cortes de los pequeños ducados paduanos. Su labor en el Real Sitio de Aranjuez desbordó sus propias limitaciones físicas, hasta el punto de enfermar en varias ocasiones. Colaboró y trabajó en otros lugares como El Escorial, El Pardo y Madrid, demostrando sus capacidades y voluntad profesional, dando al arte español un empuje decisivo.