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Las Lamentaciones

Lamentazioni

Las Lamentaciones de Jeremías describen el dolor causado por el asedio y destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor, rey de Babilonia. El autor se identifica tradicionalmente con el profeta Jeremías, aquel que representaba la figura central en la época de la destrucción de Jerusalén, pero tal atribución es, probablemente, pseudoepigráfica. Se trata, de manera más realista, de canciones poéticas compuestas por diferentes autores. Sin embargo, en la tradición judía hay varios testigos que atribuyen a Jeremías estos poemas: el Talmud (B. Bathra), el Moèd Qatàn 26° Midràsh Rabà, el Targùm, como también los diversos comentarios rabínicos posteriores. Incluso la versión griega confirma el nombre de Jeremías en el título de las Lamentaciones.

El libro se compone de cinco poemas líricos, divididos en varios capítulos. El primero, segundo y cuarto son acrósticos (cada verso comienza con una de las 22 letras del alfabeto hebreo). Las lamentaciones son unas oraciones llenas de confianza en un Dios que es siempre misericordioso, incluso en el castigo, para que intervenga y levante a la ciudad que tan duramente ha castigado. La primera lamentación describe a Jerusalén desolada, como si fuera una mujer abandonada que se lamenta. La segunda lamentación expone la causa de la masacre en Jerusalén; Dios justamente enojado con sus pecados. La tercera lamentación expresa el sufrimiento interno de Jerusalén que confía en la misericordia de Dios. La cuarta lamentación presenta un contraste dramático entre el presente y el pasado de Jerusalén; enumerando los pecados que han causado tantas desgracias. La quinta lamentación es la oración del pueblo elegido que expone sus desgracias, y pide que la ira de Dios no sea eterna.

Durante el siglo XVIII, Nápoles representó un auténtico centro neurálgico de este género, sobre todo con la presencia de los Padres del Oratorio, como lo demuestra la gran cantidad de lamentaciones que se conservan en el Archivo de los Jerónimos, entre las que destacan las de Cristoforo Caresana, Gennaro Manna, Gaetano Veneziano y Francesco Feo. El Oficio de las tinieblas proporciona en la antigua tradición cristiana, un aparato de luces (quince velas para apagar de forma gradual después del canto de cada lamentación y cada salmo, hasta el apagado total al anuncio de la muerte de Cristo) y de cantos, entre los que se incluyen: las Lamentaciones de Jeremías, los Salmos y el canto del Miserere. Todas las composiciones napolitanas de la época se escribe generalmente para una o dos voces y bajo continuo.

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