El panorama musical en la Nápoles española
Desde un punto de vista cultural el dominio español en Nápoles ha sido a menudo considerado como un motivo de su declive, pero recientemente el papel de la ciudad partenopea en esos años ha sido revalorizado como preludio a la sucesiva plena afirmación de la Escuela musical napolitana, definición con la que los estudiosos han enfatizado el fervor y el carácter único del desarrollo artístico napolitano entre los siglos XVI y XVIII. La singularidad de Nápoles se encuentra, principalmente, en la mezcla de la cultura aristocrática y popular que ha generado en estos tres siglos una evolución imprevista e inimitable en la reelaboración de las formas y estilos musicales preexistentes. La educación de los jóvenes aristócratas que trabajan en Nápoles estuvo marcada por el estudio de la música y por la publicación de los tratados y antologías musicales: cabe pensar en Carlo Gesualdo, príncipe de Venosa, en Fabrizio Dentice virtuoso del laúd, así como en el compositor de la música polifónica, el Príncipe de Salerno Ferrante Sanseverino, que en la primera mitad del siglo XVI dominó la vida cultural en Nápoles, llegando a convertir su palacio (hoy Iglesia del Gesù Nuevo) en un auditorio para conciertos y academias. La actividad de la Capilla Real en el paso de la dominación aragonesa a la española continuó de manera vivaz, de hecho aumentó su trabajo gracias a la llegada de músicos de España y del norte de Europa, el primero de todos ellos fue Giovanni de Macque. Este último se convirtió en organista de la Capilla Virreinal desde 1594 y maestro de la capilla desde 1599 hasta su muerte en 1614. Fue el maestro de una generación imponente de músicos napolitanos entre los que destacó el nombre de Giovanni Maria Trabaci.
Fue determinante la ya mencionada característica de la cultura musical napolitana de hacer convivir la música sacra y profana, culta y popular, haciendo comunicar por ósmosis las formas y los orgánicos propios de una y de otra práctica, sin crear sectores distintos o demasiados definidos. Gran parte de dicho uso tenía que tener el culto de San Jenaro, al que se adoraba en toda la ciudad, pero especialmente en la Capilla del Tesoro, y en numerosas ceremonias sagradas realizadas en muchas iglesias napolitanas, inspiradas por músicos formados en los cuatro conservatorios y en los muchos orfanatos, lo que favoreció la composición de melodías suntuosas para dos o cuatro coros. Las principales realidades musicales sagradas de Nápoles, en los siglos XVI y XVII, estuvieron representadas por la Capilla Real y la Capilla del Tesoro de San Jenaro, inaugurada en 1646, con unas instituciones de caridad destinadas a mejorar la vida desfavorecida de muchos pobres. De las primeras, y la más conocida de las iniciativas, cabe recordar a la Casa de la Santísima Anunciada, una institución dedicada al cuidado de niños abandonados y patrocinada por la aristocracia napolitana. Fue fundada en 1318 y se prolongó durante mucho tiempo, llegando hasta la mitad del siglo XX y ofreciendo su asistencia, en particular a las niñas abandonadas, a las que se garantizada una rica educación musical con la creación de una Capilla musical estable.