Teramo
Capital de la homónima provincia, Teramo es una ciudad de los Abruzos de orígenes antiguos. Conserva pocas huellas del barroco. Sin embargo, para el turista apasionado del arte barroco y sus vicisitudes, hacer una visita a la Catedral de Santa María de la Asunción, cuya construcción se remonta al siglo XII, es sin duda una experiencia enigmática. La Iglesia que fue decorada ricamente al estilo barroco en el siglo XVIII, durante el fascismo fue restaurada devolviéndole su aspecto original, medieval y románico. Hasta tal punto que ahora tan sólo la Capilla de San Berardo (el santo patrono de la ciudad) todavía tiene signos evidentes de la reestructuración del siglo XVIII. En este caso, por tanto, más que por su persistencia, la curiosidad del visitante se sentirá atraída por la desaparición del Barroco. Una experiencia bastante común en los Abruzos: una tierra donde, como señala el título de un libro de reciente publicación, en el curso del siglo XX, el barroco fue culpablemente “negado”, a través de la eliminación, como la realizada en Teramo a mediados de los años treinta.