La familia Acquaviva
La familia Acquaviva, quien asumió a finales del siglo XV también el nombre de Aragón, fue considerada una de las siete grandes familias del reino de Nápoles. Duques de Atri y condes de Conversano, pero también, en las ramas colaterales, príncipes de Caserta y duques de Nardò, estuvieron presentes en diferentes territorios del Reino – Puglia, Abruzzo, Campania – y, siempre con mayor incidencia, desde el siglo XVI, en la capital, Nápoles. Nobles guerreros, entre finales del siglo XV y la primera mitad del XVI ajustaron su propio perfil para un nuevo modelo de nobleza que miraba a la formación cultural, al mecenazgo, a las “virtudes morales”, como tantos otros elementos que definen la nobleza, hubo también entre ellos, representantes destacados del mundo religioso, el primero de ellos, Claudio AcquavivaClaudio Acquaviva d’Aragona (1543-1615) nació en Atri, uno de los diez hijos del duque Giannantonio Donato. Después de estudiar derecho, tomó la carrera sacerdotal y entró como novicio en la Compañía de Jesús en 1557. A la muerte de Everardo Mercuriano, fue elegido quinto General en la Historia de la Orden en 1581. Fue el General más joven en la historia de la Compañía y el que permaneció en el cargo por más tiempo: 34 años., quien fue elegido, en 1581, quinto general de la Compañía de Jesús. De este modo, el vínculo entre el poder y la cultura se hizo cada vez más estrecho, de forma que los lugares en los que habitaban en Abruzzo, Puglia y, por último, Nápoles, se caracterizaron por ser centros de cultura, las cortes del Renacimiento y, más tarde, del Barroco. Comisionar obras de arte de gran calidad significaba no sólo acreditarse como mecenas sino, sobre todo, concebir un proyecto político de afirmación y legitimidad: la cultura y el mecenazgo artístico eran, de hecho, la base para confirmar el prestigio de la familia acreditándola como la alta nobleza del reino. (en la foto: el escudo de armas de los Acquaviva).