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La morada en el feudo

Atri– Al palacio en el propio feudo, que anteriormente era la única y principal residencia, en la que la alta nobleza a menudo se había construido una especie de “pequeña corte“, entre el siglo XVI y XVII se añadió la vivienda en la capital, donde la aristocracia se encontraba siempre más tiempo. La vivienda en el feudo, por lo tanto, continuó siendo un importante instrumento para asegurar la presencia del Señor, por lo menos en ciertas épocas del año, como una forma de control del territorio y de los vasallos, con fines económicos y productivos, pero también políticos, y cada vez más, se fue convirtiendo en un lugar de veraneo y de recreación.

– Entre las actividades de ocio tuvo gran importancia el otium, entendido en sentido literario y filosófico (lectura, colección de antigüedades, composición y escritura de obras, composición e interpretación de la música, etc.). Y no es casualidad que estas actividades se llevaran a cabo principalmente en los lugares de veraneo, donde encontramos, y donde han permanecido, las ricas bibliotecas, las colecciones de arte, salas de música…

– Sobre todo los palacios que se encontraban dentro de los feudos terminaron por convertirse en una especie de “lugares de memoria” donde preservar y exaltar su linaje y antepasados. Las imágenes que representaban los retratos de los antepasados, escudos de armas, árboles genealógicos pintados en las paredes o techos, frescos con la representación de sus feudos, recuerdos que pertenecían a un pasado ligado sobre todo a la vida de sus antepasados y a los éxitos militares…

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