El paso a Nápoles
La residencia permanente de los Ruffo di Bagnara en la capital del Reino fue bastante tardía, en la segunda mitad del siglo XVII, así como su inscripción en los Seggi napolitanosLa nobleza napolitana se dividía en edad moderna en cinco plazas o seggi: Capuana, Montagna, Nido, Portanova y Porto. Los representantes de las cinco plazas, junto a la elección de la plaza popular, formaban el Tribunal de San Lorenzo, que gobernaba la ciudad.. Sin embargo, su presencia en la ciudad fue cada vez más frecuente, así como fundamental para su afirmación social, además de política, fue el interés de ellos en adquirir y rehabilitar edificios de prestigio – en el centro de Nápoles y en Portici – destinados a convertirse en verdaderos símbolos de estatus social.
El palacio de los Ruffo di Bagnara se encuentra en la Plaza Dante 89. El edificio fue construido entre 1629 y 1631, a voluntad de Giovan Battista De Angelis, abogado y notario reconocido. A su muerte, que se produjo después de una caída desde su caballo, la propiedad pasó a su hijo Antonio, Electo por el pueblo y consejero real. Considerado uno de los responsables del aumento de los impuestos de la ciudad, durante el levantamiento de Masaniello (1647-1648), el edificio fue saqueado e incendiado por la furia popular. El palacio fue heredado por los hijos de Antonio y se vendió, entonces, al duque de Bagnara, Francesco Ruffo. Bajo los Ruffo, el edificio fue profundamente modificado en consonancia con el estilo barroco dominante. Francesco invirtió parte del rico botín que había ganado como el capitán de la Armada Naval Gerosolimitana. El trabajo, realizado en 1660, se encargó al arquitecto Carlo FontanaEl arquitecto y escultor Carlo Fontana (1638-1714) nació en la Suiza italiana, pero ligó su vida a la ciudad de Roma. Colaborador de Bernini, Fontana dejó su impronta en la Roma de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Entre sus obras, destacan el Palacio Montecitorio, la Basílica de los Santos XII Apóstoles y, en el interior de la Basílica de San Pedro, la fuente bautismal y las tumbas de la reina Cristina de Suecia y de los papas Clemente XI e Inocencio XII., discípulo de Bernini. Notable fue la intervención en la fachada: sobre una base de piedra almohadillada, se construyeron dos plantas jónicas y un ático, con ladrillos, columnas y cornisas a la vista. El portal, sin embargo, fue hecho en granito, y consistía en un gran arco de sillería rectangular soportado por pilastras, rematado con capiteles jónicos. Aquí hay una ménsula con tres leones que sostienen el balcón de la primera planta, a su vez enmarcado por pilastras y coronado por un frontón semicircular con una máscara en el centro. El edificio pasó de ser propiedad de los herederos de la familia hasta llegar a Vincenzo Ruffo, quien, en 1842, encomendó la labor de renovación del edificio al arquitecto Vincenzo Salomone. En el exterior, fueron rehechas las barandillas, mientras que el interior del edificio había un comedor opulento lleno de cristal, otra sala de estar decorada con un techo de estuco y una terraza cubierta, en la que se colocaron estatuas alegóricas hechas por Carlo Finelli, Pietro Tenerani, Pierre-Théodore Bienaimé y Lorenzo Bartolini. A continuación, el edificio pasó a Vincenzo Ruffo, quien donó todas las colecciones de pinturas, muebles y joyas para el Estado, y que actualmente se conservan en el Museo de San Martino.
A la izquierda de la entrada está la puerta por la que podemos acceder a la capilla privada de la familia Ruffo di Bagnara. El edificio de culto era el lugar privado para la oración, creado exclusivamente para la familia. El exterior está precedido por una escalera en pipernio y un portal construido con el mismo material, con una abertura que muestra un pequeño campanario. La capilla es una evidencia significativa de la arquitectura barroca de la ciudad, además, en el altar mayor hay una pintura de Francesco SolimenaFrancesco Solimena, llamado el Abate Ciccio (1657-1747) fue un pintor y arquitecto que estuvo entre los principales exponentes del arte tardo barroco en Italia. Se formó con el padre, mostrando al principio grandes similitudes con los modelos representados por Luca Giordano y Mattia Preti. Su gusto por el barroco se hizo evidente después de 1680. Su obra más célebre fue, probablemente, la Expulsión de Heliodoro del Templo (1725). Aunque trabajó para algunas de las cortes más significativas de Europa, nunca abandonó Nápoles. Entre sus discípulos destacan Ferdinando Sanfelice y Domenico Antonio Vaccaro..