La Calabria de los Ruffo: San Lucido, Maida, Fiumara di Muro
La construcción del Castillo de San Lucido fue encargada por el obispo Arnulfo alrededor de 1092 con fines defensivos contra cualquier ataque desde el mar. De la antigua fortaleza aún se pueden ver los restos de las paredes con aspilleras, un terraplén y el puente que conectaba el castillo a la iglesia de San Juan Bautista. La fortaleza perteneció a los príncipes de Ruffo di Calabria, desde 1744, entregado al cardenal Fabrizio Ruffo, jefe de la Armada Sanfedista. Fue parcialmente destruido por el terremoto de 1908.
En diciembre de 1691 el cardenal Fabrizio Ruffo compró el feudo de Maida. Después de su muerte (1692), primero le sucedió su sobrino Francesco, luego el hijo de éste Carlo, y, poco a poco, otros herederos de la familia, incluyendo Hipólita, criada en Maida, que después del terremoto de 1783 hizo abrir, para reactivar la suerte del pueblo, un molino y promovió la creación de pequeñas curtidurías. En la ciudad son visibles todavía hoy las ruinas del antiguo castillo, de forma cuadrada con cuatro torres en las esquinas. De una de las torres orientales se puede distinguir claramente el cuerpo, aunque está parcialmente oculta por los edificios modernos. Fue sede de una prisión, de la que todavía hay algunas celdas y la escalera de pizarra.
El feudo de Fiumara di Muro, por su parte, entró a formar parte de las posesiones de los Ruffo di Bagnara en los años veinte del siglo XVII, como consecuencia de la política matrimonial, y se mantuvo entre las posesiones de la familia hasta la abolición del feudalismo. En el siglo XVII se formó el “estado de Fiumara di Muro” en el territorio correspondiente a los actuales comunes de Fiumara, Villa San Giovanni, Campo Calabro, San Roberto y Catona, sobre los que, en 1651, los Ruffo di Bagnara obtienen el título de Príncipes concedido por Felipe IV, y que después trasladaron, en 1682, sobre Motta San Giovanni. El terremoto de 1783 causó grandes daños en Fiumara: se destruyeron todas las iglesias, conventos, y el castillo. El castillo de Fiumara fue uno de los mejores baluartes defensivos contra las incursiones turcas. En ese castillo, se narraba, que se había organizado un pequeño ejército de hombres armados bajo el mando de los Ruffo, que había expulsado a los corsarios de Barbarroja desembarcados, en 1533, en la playa de Catona.