Una comunidad rica y potente
Durante la época Moderna, la necesidad de recaudar dinero, sobre todo para financiar los elevados costos de la guerra, llevó a los monarcas europeos a seguir estrategias diferentes para asegurar los ingresos y la financiación. Junto al aumento de la presión fiscal sobre la población, y a un fenómeno típico de la Monarquía francesa, la venalidad de los oficios, el endeudamiento fue el instrumento más utilizado por las Monarquías, Repúblicas y comunidades locales, ya desde finales de la Edad Media. Los gobiernos de Italia centro-septentrional, Flandes y el Imperio introdujeron una forma de deuda basada en la confianza de los ciudadanos-inversores: la deuda consolidada, que consistía en la emisión de juros (títulos públicos) que garantizaban una renta fija y segura (por lo general oscilaba entre el 7 y el 10 por ciento) generada por específicos ingresos tributarios. En repúblicas italianas como Venecia y Florencia, carentes de grandes patrimonios y explotaciones, la deuda “pública” era casi obligada, para los grandes monarcas europeos, y en particular para el Rey de España, la falta de dinero obligaba a endeudamientos mucho más costosos. En el siglo XIII nacieron poderosas compañías de mercaderes-banqueros, capaces de garantizar los préstamos con grandes sumas de dinero, a corto plazo y con una elevada tasa de interés. A través de las letras de cambio, tales sumas de dinero podían viajar sin riesgo en toda Europa, siendo las ferias de cambio los lugares donde recoger o pagar el dinero en efectivo.
Si inicialmente fueron de Siena y Florencia los que dominaron el mercado financiero europeo en el siglo XIII y XIV, nuevos grupos emergieron durante la Edad Moderna. En el caso específico de la Monarquía española, los alemanes Fugger se impusieron como principales financieros de las empresas bélicas de Carlos V, pero ya en los últimos quince años del reinado del Emperador, y más aún en tiempos de Felipe II y Felipe III, fueron los banqueros genoveses quienes garantizaron los préstamos más importantes y lucrativos (asientos) a los monarcas hispanos. Los mercaderes y navegantes genoveses estuvieron hábiles al construir una eficiente red de crédito con el mundo ibérico, Francia y el norte de Europa, llegando a crear sus propias ferias de cambio, como una alternativa a las de Lyon y otros centros como las ferias de Becançon, y a partir de 1579, en Piacenza. El poder económico y político de los genoveses, y en particular de familias como los DoriaLa familia Doria, o D’Oria, es una de las familias aristocráticas más importantes de la historia de Italia. Originarios de Génova, los primeros vestigios de los Doria se remontan al siglo X. Entre los miembros de la familia, destacaban los almirantes Lamba (1245-1323), Andrea (1466-1560) y Gianandrea (1539-1606) y los Cardenales Girolamo, Giovanni, Sinibaldo y Giorgio. Marqueses y príncipes de Torriglia, los Doria se dividen en varias ramas, una de las más famosas es la de los Doria-Pamphili., EspinolaLos Espinola (Spinola) son una de las familias más antiguas e importantes de la historia de Génova, tradicional protagonista de la vida política de la ciudad. Aliados de los Doria en el bando gibelino durante el siglo XIV, los Espinola se enriquecieron con el tiempo por medio del comercio, de la actividad bancaria y de la adquisición de la propiedad. Entre sus miembros, se encuentraba el general Ambrogio Spinola (1569-1630), un gran hombre de armas al servicio del rey de España., GrimaldiLos Grimaldi son una de las familias más antiguas e importantes de la historia de Génova, en el mismo plano que los Doria, los Espinola, los Fieschi y los Imperiale. Mercaderes, banqueros y terratenientes, las diversas ramas de la familia acumularon importantes títulos, duques y marqueses, tales como los de Gerace, Salerno y Antibes. Alberto II Grimaldi es el actual soberano del principado de Mónaco. y CenturiónTambién los Centurione estaban entre las familias genovesas que se enriquecieron en gran medida a partir del siglo XIV, primero con el comercio y luego con la actividad bancaria, garantizando préstamos de grandes sumas de dinero, en particular, al Rey de España. En 1602, un miembro de la familia, Ottavio, prestó a Felipe III de Habsburgo el llamado asiento grande, un préstamo récord que ascendió a casi 9 millones de ducados., fue suficiente como para llevar a los historiadores a acuñar la expresión “siglo de los genoveses” (1530 ca. – 1630 ca.). Durante el reinado de Felipe IV, su influencia fue disminuyendo, debido a la competencia de los banqueros portugueses, y también a la progresiva pérdida de confianza de los inversores en la monarquía de los Habsburgo, a menudo obligados a recurrir a la suspensión de pagos (1557, 1575, 1596, 1607, 1627, 1647, 1653) para renegociar las tasas de interés o para transformar la deuda fluctuante en consolidada.
La presencia de los genoveses en los principales centros de la Monarquía española es atestiguada por los edificios, religiosos o no, que la comunidad había construido durante la Edad Moderna. Iglesias dedicadas al culto del Santo Patrón de Génova, San Jorge (foto: Iglesia de San Jorge de los Genoveses en Palermo), o palacios y residencias nobiliarias que forman parte, todavía hoy, del patrimonio artístico de diversos lugares y testifican, distanciados en el tiempo, el poder y la riqueza de la comunidad genovesa en Época Barroca.