Ventosilla, la plaza de san Pablo y la Casa de la Ribera
Las salidas a caballo, y, en particular, las batidas de caza fueron el pasatiempo favorito de Felipe III. Su habilidad innata y su gran resistencia física le hicieron, según la opinión unánime de los testigos de la época, un gran caballero. El duque de Lerma, en su oficio de caballerizo mayor, estaba siempre al lado del rey en dichas ocasiones y fue capaz de sacar el máximo provecho de la pasión del rey para fortalecer su vínculo con él y alejar a los posibles rivales a su favor. Indicativo de esta estrategia fue lo ocurrido durante las batidas de caza de VentosillaVentosilla es una localidad situada en la Comunidad Autónoma de Castilla y León, en la provincia de Burgos. Resto del periodo más ilustre de su pasado, que vivió durante el reinado de Felipe III, fue la Posada de Ventosilla, un palacio de estilo herreriano mandado construir por el monarca y su favorito, el duque de Lerma., no muy lejos de Valladolid. Lerma reconvirtió el territorio recientemente adquirido en una zona donde plantó un bosque e importó animales, a fin de garantizar a Felipe III un lugar seguro y lejos de las miradas indiscretas en la que dedicarse a su principal pasión. Además del extenso lugar de caza, Lerma procuró a su señor que tuviera un palacio en el que residiese en Valladolid, a la vez que se garantizaba una buena ganancia económica: el palacio perteneció al Conde de Benavente, que se encuentra en el lado occidental de la plaza de San Pablo, fue comprado y restaurado por cuenta del propio duque y luego lo vendió al rey por una suma cercana a los 200.000 ducados, lo que equivalía a casi el doble del importe de los gastos empleados por el valido en los meses anteriores. A poca distancia de la Plaza de San Pablo, Lerma también adquirió la Casa de la Ribera, una gran finca a orillas del río Pisuerga. Constituyó no sólo un lugar más seguro para garantizar el entretenimiento de sí mismo y del soberano, sino también un escenario para mostrar sus habilidades como perfecto organizador de fiestas y ceremonias barrocas. Torneos, juegos de cañas y corridas de toros se solían llevar a cabo en la finca, mientras que los magníficos jardines, adornados con estatuas y fuentes, reflejaban de la mejor manera el gusto, típicamente barroco, de la corte y del duque de Lerma. (foto: fachada de la Colegiata de San Pedro, Lerma)