El Concilio de Trento
El Concilio de Trento dio inicio el 13 de diciembre 1545 y fue convocado por el Papa Paulo III, como respuesta a la Reforma protestante, y a petición del emperador Habsburgo Carlos V (1500-1558), quien estaba ansioso por poner fin a los desacuerdos religiosos. La sede de Trento fue elegida por su ubicación estratégica, que favorecía tanto a las necesidades papales como a las imperiales: se trataba, de hecho, de una ciudad del Sacro Imperio Romano, por lo que culturalmente y geográficamente se hallaba cerca de los lugares donde el protestantismo se estaba extendiendo, sin embargo no formaba parte del territorio alemán y, además, estaba gobernada por un príncipe-obispo. El Consejo se llevó a cabo en tres fases diversas, con varias interrupciones, con una sesión intermedia que se movió de Trento a Bolonia (1547-1549) y bajo la autoridad de cuatro Papas sucesivos: Paulo III, Julio III, Paulo IV y Pío IV, clausurándose en 1563. En total, las sesiones de trabajo del Concilio duraron cuatro años. Fue una asamblea exclusivamente católica, que trabajó para reafirmar la autoridad única de la Iglesia de Roma, para contrarrestar el avance del protestantismo y comenzar una reacción ideal, religiosa, política y hasta militar, llamado por los historiadores como Contrarreforma (o, en su defecto, Reforma Católica, por aquellos que enfatizan los aspectos positivos). Una vez acabado el Concilio, el Papa Pío IV aprobó los decretos y promulgó la nueva confesión de fe tridentina (1564). La aplicación de las nuevas normas condujo a una profunda reestructuración de la Iglesia, llamando a sus miembros a trabajar en una especie de nueva evangelización de la sociedad. Los obispos, por ejemplo, fueron los encargados de llevar a cabo las visitas pastorales de manera periódica en sus respectivas diócesis para verificar las condiciones morales y materiales de los fieles y para promover la aplicación de los decretos. En asuntos teológicos, el Concilio reafirmó los principios rebatidos por los protestantes: el valor de la tradición eclesiástica, la mediación del clero y de la Iglesia en la relación de los fieles con la palabra divina y la presencia mediadora de la Iglesia terrenal y de los santos, así como las buenas obras para conseguir la salvación, la validez de los siete sacramentos.
Para leer más:
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H. Jedin, Geschichte des Konzils von Trient, 5 vv., Freiburg 1957-1977.
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P. Prodi, W. Reinhard (a cura di), Il Concilio di Trento e il moderno, Bologna 1996.
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A. Prosperi, Il Concilio di Trento. Una introduzione storica, Torino 2001.