El seminario y la ciudad después de Pappacoda
El obispo Luigi Pappacoda falleció el 17 de diciembre de 1670, tras 31 años al frente de la diócesis del Salento. Como se desprende de las Memorie de Giuseppe Cino, el largo período pappacodiano también dejó en herencia polémica y recriminaciones. Después de su muerte, se produjo una reactivación de las órdenes monásticas, con el establecimiento de los AlcantarinosLos Hermanos Menores Descalzos o Alcantarinos nacieron en el siglo XVI por iniciativa de Pedro de Alcántara (1499-1562). Constituían una de las familias franciscanas bajo la autoridad del Ministro General de los Observantes. En 1897 fueron fusionados con los Reformados, Observantes y Recoletos en la Orden de los Hermanos Menores., y una renovada apertura al exterior, y en particular hacia la capital de Nápoles, en términos de cultura y letras. La aparición de nuevos poetas y escritores como Giovanni Cicinelli, y la fundación de la Accademia degli Spioni en 1683 fueron signos de un despertar de la ciudad después de años de estricto control por parte de Pappacoda.
En el plano artístico, la muerte del obispo no significó, de ninguna manera, el final de la gran época de renovación urbana y la construcción de la apariencia inconfundible de la ciudad barroca. Bajo los sucesores de Pappacoda, a partir del breve episcopado de Antonio Pignatelli, futuro Papa Inocencio XII, continuó de hecho la construcción de edificios y obras que se convirtieron en símbolos del arte barroco.
Entre los mayores fracasos del gobierno de Pappacoda fue la falta de crear, a pesar de la promesa en repetidas ocasiones, un seminario, instrumento fundamental para lograr uno de los objetivos principales de la diócesis, o sea la reforma del clero secular. Dejando, de esta forma, el monopolio de la educación primaria y secundaria a las Órdenes religiosas, especialmente a los Jesuitas. La falta de la creación de un seminario excluyó la posibilidad de formar un clero doctrinalmente y culturalmente más preparado y más cercano, en su comportamiento, al ideal fijado por el Concilio de Trento. El proyecto del seminario, sin embargo, fue retomado y finalmente logrado por Pignatelli, quien confió la construcción a Giuseppe Cino. La fachada del edificio, construida entre 1694 y 1709, recuerda, sin duda, a la del monasterio de los CelestinosLos Celestinos, llamados en origen Hermanos del Espíritu Santo o Majellesi (del monasterio del Santo Espíritu en Majella) y después Morronesi (del monasterio del Morrone), eran los monjes que pertenecían a la Congregación fundada por Pedro del Morrone en el siglo XIII. Tomaron el nombre de Celestinos tras el pontificado y la canonización de Pedro del Morrone (papa Celestino V), también se difundieron en los siglos sucesivos fuera de Italia. Los monasterios de la Orden fueron todos suprimidos entre los siglos XVIII y XIX. y consiste en una estructura inferior de dos plantas, típicamente barroca, y en un tercer piso, diseñado por Emanuele Manieri, más simple y menos decorado. La estructura inferior de dos pisos, diseñada por Cino, está almohadillada, dividida por una serie de pilastras realzadas por pedestales entre las cuales se colocan las dieciséis ventanas, ocho por cada planta, con ricas enmarcaciones. La puerta de entrada está laureada por un balcón con una ventana de tres arcos, mientras una balaustrada que resalta, corona a las dos primeras plantas del edificio. En el interior, en el amplio atrio, un testimonio más de la habilidad de Cino se hace visible en el magnífico pozo. La cisterna, elevada sobre cuatro escalones circulares, está ricamente decorada y culmina en la parte superior con elegantes amorcillos que sostienen los arcos y la estatua de una figura femenina.