Las colecciones de escultura. El Colegio de San Gregorio y la Edad de Oro de la escultura española
La colección presenta en esta sede su colección de referencia, la de escultura policromada, que goza de una intensa personalidad, por la calidad artística y la originalidad técnica de sus obras de arte; por la fuerza emocional y el patetismo que despiden en tanto que imágenes sagradas; y, finalmente, por su valor como documento de la vida espiritual, cultural y política de la España de la Era Moderna. Su alto interés y calidad derivan del papel desempeñado por Valladolid en la Edad Moderna como residencia intermitente de la monarquía y capital del Reino. El ambiente cosmopolita y emprendedor fomentó el mecenazgo, atrajo a artistas y escritores e impulsó el intercambio con los focos más activos del arte europeo.
A lo largo de 20 salas se despliega el conjunto de esculturas, talladas en madera y policromadas, que pertenecen a la fase más rica de la historia del arte español, desde el siglo XV hasta el XVIII, y ofrecen un amplio repertorio: figuras aisladas, relieves, sepulcros, sillerías y retablos. A ello se añaden los artesonados de madera, que potencian el diálogo entre el edificio y las obras de arte. A ello se añade la Capilla del siglo XV (Sala 0) que ocupa un papel singular y destacado en el Colegio de San Gregorio.
Por su temática religiosa, las obras del Museo pertenecen a una especial categoría de objetos: son imágenes sagradas, mediadoras entre lo visible y lo invisible, investidas de una función ritual y destinadas a una sociedad devota. Ubicadas en lugares de culto, formaban parte de conjuntos hoy perdidos o desmembrados. De ahí que, a veces, parezcan desproporcionadas, al estar planeadas para una visión a distancias inaccesibles, o resulten incompletas. El museo modifica aquel uso sagrado de las obras de arte. Su función es traerlas desde los siglos del pasado hasta el presente. Y, con ello, permitir su contemplación, descubrir detalles nunca vistos e iluminarlas para que gocemos de su belleza y su interés histórico.
La pintura tiene también un lugar propio en la exposición permanente. Su diálogo con la escultura permite al visitante una mejor comprensión de la cultura artística española. Esta presencia de lo pictórico se plasma en la policromía de las tallas en madera; en la práctica de muchos artistas, como Berruguete o Alonso Cano, que cultivaron ambos artes; o en la cooperación entre talleres de pintores y escultores en proyectos comunes.